"La lucha sigue" concluyó Evo Morales en un discurso que
quedará en la historia. El presidente electo renunció a su cargo luego de
semanas de una escalada de violencia que en las últimas horas anunciaba un
desenlace inevitable. "Renunciamos para que no sigan quemando casas,
intimidadas nuestras familias y amenazadas, por eso renunciamos", dijo desde
Chapare, luego haber despegado de la ciudad de El Alto en horas de la tarde.
Al conocerse las palabras sonaron bocinas y estruendos en
las calles del centro de La Paz, en lo que fue el festejo de quienes
protagonizaron las movilizaciones por el derrocamiento de Morales. En las
avenidas se vieron caravanas de autos con banderas de Bolivia, abrazos, una
euforia golpista enarbolada como democrática por sus dirigentes y seguidores.
Junto con Morales renunció el vicepresidente Álvaro García
Linera, quien habló a su lado. Así concluyó una escalada que tuvo como
detonante que marcó el fin la alocución del comandante general de la Fuerza
Armada de Bolivia, Willimas Kaliman, le "sugirió" al presidente que renuncie a
su mandato.
La declaración de Kaliman se dio cuando el escenario parecía
a punto de consumarse. Los últimos dos días habían sido de un despliegue de
violencia golpista que incendió casas de dirigentes del proceso de cambio,
amenazó a quienes se mantenían en el gobierno, atacó medios de comunicación
estatales.
Ya el centro de La Paz había sido tomado por los opositores
desde el sábado en la mañana, y desde ese día hasta la renuncia de Evo Morales,
se multiplicaron las imágenes de opositores junto con policías armados en las
calles paceñas y de diferentes ciudades del país.
El avance del golpe pareció no encontrar más barreras, y el
acto simbólico, llegó minutos antes de la alocución de Morales: Luis Fernando
Camacho, dirigente del proceso golpista, presentado como "cívico" por los
medios de comunicación, ingresó al Palacio Quemado -antigua sede de gobierno-
donde depositó en el suelo una bandera de Bolivia y una biblia.
El anuncio hecho por Morales era entonces cuestión de
tiempo. La ofensiva golpista ya había tomado los principales espacios, y las
renuncias de funcionarios se fueron sucediendo, la mayoría bajo amenaza y
persecución.
La renuncia de Morales y Linera fue seguida de
persecusiones: las autoridades del Tribunal Supremo Electoral, María Eugenia
Choque y Antonio Costas, fueron detenidos y esposados por la policía, en un
escenario de sucesión de imágenes y noticias mezcladas entre la confusión, la
militarización, y la euforia golpista con gritos y evocaciones a la democracia
y a Dios.
Luego de los anuncios desde Chapare, renunció la presidenta
del Senado, Adriana Salvatierra, quien debía asumir la presidencia. Lo mismo sucedió
con quien debía seguir, el primer vicepresidente, abriéndose un escenario de
preguntas que serán resultan a medida que tome forma el reordenamiento
conducido por la Policía Nacional, la Fuerza Armada, los dirigentes golpistas,
los empresarios que financiaron, y quienes respaldaron la invalidación de las
elecciones desde el primer momento: el gobierno norteamericano.
En ese contexto se sucedieron las denuncias respecto a la
seguridad de Evo Morales, quien denunció que existe una "orden de aprehensión ilegal"
en contra suya, y que su domicilio fue asaltado por grupos violentos. La
situación de Morales se repite en el caso de varios dirigentes y militantes del
proceso de cambio bajo amenaza de persecución.
Marcelo Ebrard, secretario de relaciones exteriores de
México, anunció haber recibido a "20 personalidades del ejecutivo y legislativo
de Bolivia en la residencia oficial de La Paz, de así decidirlo ofreceríamos
asilo también a Evo Morales", y pidió que se respete la integridad de la sede
de la embajada.
Las denuncias internacionales respecto a lo que fue un golpe
de Estado se multiplicaron en el continente y el mundo, como por parte de Lula
Da Silva, Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández, Nicolás Maduro,
Gustavo Petro, Pablo Iglesias y Jeremy Corbyn, así como de numerosos
movimientos sociales y partidos políticos.
Los gobiernos de derecha del continente, como el de Mauricio
Macri, Sebastián Piñera, o Iván Duque, guardaron en cambio el mismo silencio
que a lo largo de la escalada golpista.
El desenlace del domingo fue entonces la acumulación de una
serie de acciones de ofensiva de una estrategia abiertamente golpista que nunca
tuvo intención de realizar una segunda vuelta electoral o encontrar un punto de
acuerdo para lograr detener la violencia que proclamó, organizó y desplegó. El
objetivo era derrocar al gobierno y ese objetivo fue logrado.
A partir de ahora se abre un escenario de interrogantes,
tanto acerca de quién asumirá la presidencia y cuándo serían las elecciones. La
otra gran pregunta es: ¿qué harán los movimientos que respaldan a Evo? Si bien
algunos dirigentes se sumaron al golpe de Estado, la mayoría no lo hizo.
Evo Morales escribió en la noche desde su cuenta de Twitter
para ratificar que su renuncia fue para que "Mesa y Camacho no sigan
persiguiendo, secuestrando y maltratando a mis ministros, dirigentes sindicales
y a sus familiares".
Y, afirmó: "Quiero que sepa el pueblo boliviano, no tengo
por qué escapar, que prueben si estoy robando algo. Si dicen que no hemos
trabajado, vean las miles de obras construidas gracias al crecimiento
económico. Los humildes, los pobres que amamos la Patria vamos a continuar con
esta lucha".
Fuente: Página 12